jueves, 10 de julio de 2014

Acerca de devaluaciones y controles de cambio y de la corrupción asociada a este tipo de medidas

Carlos E. Lippo, Ensartaos, 07/07/2014


1.            Entre nosotros es casi una verdad de Perogrullo el decir que la devaluación del tipo de cambio es un formidable e injusto mecanismo de transferencia directa de los recursos financieros del estado, que son o deberían ser de todos hacia los particulares, tanto nacionales como extranjeros, que hace más ricos a los ya ricos y más pobres a los menos provistos de recursos materiales. Así ha sido desde la primera de todas, instaurada en 1.929  (de Bs. 1,00 a Bs. 3,90 / 290 %) siendo Ministro de Hacienda Rafael María Velasco, un General que acompañó a Juan Vicente Gómez en todas sus campañas previas al asalto del poder, cuyas credenciales académicas en materia de Economía no debían ser mejores que las de este escribidor hasta la última, la del año 2.013 (de Bs F. 4,30 a Bs F. 6,30 / 46,5 %) propuesta por Jorge Giordani, mejor Planificador que Economista   pero en todo caso un revolucionario a carta cabal. Dando por bueno que la intensidad de esta inequitativa transferencia de recursos es tanto mayor cuanto mayor sea el porcentaje de devaluación podríamos concluir a manera de premio de consolación que ésta ha sido muchísimo menor durante los 15 años de desarrollo del proceso revolucionario (996 % / de Bs. 575 a Bs F. 6,30) que durante los 15 años transcurridos desde el ascenso al poder de Jaime Lusinchi en febrero de 1.984, hasta la juramentación para su primer período de gobierno del Comandante Chávez (13.272 % / de Bs. 4,30 a Bs. 575) (1).


2.            Otro formidable mecanismo de transferencia de recursos financieros del sector público y de los sectores privados incluyendo los de menores recursos, hacia las oligarquías nacionales asociadas o no al capital extranjero lo constituye el consumismo exacerbado heredado de la época del “ta´barato dame dos”, en aquel escenario de la Venezuela Saudita de Carlos Andrés Pérez creado al amparo del tipo de cambio imperante a partir de la corrupción generalizada y las muy deficientes condiciones éticas de dicho régimen de gobierno, que el Comandante Chávez a pesar de su reconocida austeridad personal no pudo, no supo o no quiso corregir empeñado como estaba en garantizar la inclusión de las grandes masas secularmente preteridas de nuestra patria.

3.            Para enmascarar las descaradas y corrompidas transferencias de recursos que han implicado la gran mayoría de las devaluaciones de nuestro signo monetario, se las ha tratado de justificar con argumentos falaces de la dinámica económica como es el caso de la crisis capitalista de 1.929, con la disminución resultante de las exportaciones petroleras en momentos en que su peso específico era todavía muy bajo y las reservas monetarias internacionales del país se encontraban a tan buen nivel que fue posible cancelar la totalidad de la deuda pública externa pendiente desde la época de la independencia en conmemoración del centenario de la muerte de El Libertador en 1.930; así como también la realizada por Rómulo Betancourt Bello en 1.961, de casi 35 % (Bs. 3,35 a Bs. 4,50), que se pretendió justificar por un supuesto derroche populista del gobierno provisional presidido por Wolfgang Larrazábal a través de lo que se llamó el “Plan de Emergencia”, concebido para paliar el desempleo por medio de la contratación de obras civiles menores ejecutadas en los barrios populares, cosa que juzgo muy poco probable dado que a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez en 1.958 el fisco contaba con una partida extraordinaria de Bs. 2.500 millones, equivalente al presupuesto nacional de aquellos días, procedente del otorgamiento de las últimas concesiones petroleras en 1.957 y la deuda pública alcanzaba apenas a los Bs. 500 millones. Es oportuno recordar que esta última devaluación le vino como anillo al dedo a las transnacionales industriales que comenzaban a establecerse en el país en el marco de la política de sustitución de importaciones, así como a sus socios de la oligarquía nacional.

4.            A diferencia de lo que gustan de pregonar a los cuatro vientos los “sesudos” economistas de la derecha criolla el “Sacrosanto Mercado” ha intervenido muy poco en la fijación del tipo de cambio y menos aún desde que fue abolido el patrón oro en el caso de la divisa estadounidense durante el primer gobierno de Richard Nixon en 1.971. Recordemos que el patrón oro era un sistema  monetario que fijaba el valor de la unidad monetaria en términos de una determinada cantidad de oro, según el cual el emisor de la divisa garantizaba que podía dar al poseedor de sus billetes la cantidad de oro consignada en ellos (2). A mi juicio este planteamiento queda suficientemente demostrado por el hecho de que a pesar de que en 1.934 el gobierno de J. V. Gómez fijó oficialmente el tipo de cambio en Bs. 3,93 por dólar, las compañías petroleras, que no daban puntada sin dedal,  ante la volatilidad de las cotizaciones en el mercado que desde 1.932 fluctuaron entre un máximo de Bs. 7,64 y un mínimo de Bs. 3,198, con firme tendencia a la baja, para cubrirse apropiadamente propusieron y celebraron a finales de 1.935 un convenio con el gobierno venezolano que se llamó “Convenio Tinoco”, según el cual ellas cederían al Gobierno las divisas que podían colocar en los bancos, al tipo de Bs. 3,03 o sea al punto oro de importación, que es el valor de la moneda nacional a partir del cual liquidar los saldos sale al mismo precio enviando oro que comprando divisas (3).

5.            Veinte años más tarde, que son bastantes a diferencia de lo que dice el famoso tango, Laureano Vallenilla Planchart (Lanz) quien era a la sazón Director de la Oficina de Política Económica de la Junta Militar (Delgado Chalbaud, Pérez Jiménez y Llovera Páez) que asumió el Ejecutivo a raíz del golpe militar del 24 de noviembre de 1.948 que derrocó al Presidente Constitucional Rómulo Gallegos, propuso una revaluación de la moneda, de Bs. 3,35 a Bs. 3,06, que era el punto de oro de importación en esos días. En palabras textuales del mencionado funcionario escritas en su libro “Escrito de Memoria” (4), se fundamenta esta proposición de la siguiente manera: “Consideramos que debe fijarse el valor del dólar en tres bolívares cero seis. No existen razones para obsequiar tres puntos a las compañías petroleras. La medida tendría por efecto rebajar el precio de las importaciones, en el momento en que el país requiere introducir maquinarias para el desarrollo de las obras públicas y la modernización de la agricultura. Además no se justifica que sucursales de bancos extranjeros perciban parte de un impuesto sobre el cambio. En efecto, esos institutos compran dólares al Banco Central a razón de Bs. 3,335 por unidad y lo venden al público a Bs. 3,35”. La propuesta nunca fue aprobada pues se prefirió mantener el statu quo. Y conste que Laureano Vallenilla que llegó a ser Ministro de Relaciones Interiores de la espuria presidencia de Marcos Pérez Jiménez, no sólo ocurre que no era un hombre de izquierda, sino que era un conspicuo representante de la “godarria”, educado en exquisitos institutos de Suiza y Francia, hijo y yerno de connotados gomecistas y asesor jurídico-económico de los intereses petroleros en su libre ejercicio. Podemos ver como ya desde aquellos lejanos días el manejo de las divisas generaba importantes e ilegítimas ganancias a los bancos y demás instituciones financieras.

6.            Me cuesta muchísimo entender, recuerden que les he dicho que mis conocimientos en materia económica como en muchos otros campos son escasos, como es que desde que nos metimos en este “rollo” de las devaluaciones en 1.929, sólo se ha producido un par de pequeñas revaluaciones del tipo de cambio en 1.971, durante el primer gobierno de Rafael Caldera Rodríguez, de Bs. 4,50 a Bs. 4,40 y finalmente al inefable Bs. 4,30, siendo que el país ha pasado por varios períodos de muy elevados  precios del barril  de petróleo que a pesar de la corrupción generalizada instaurada desde el primer gobierno de Pérez han permitido en su momento la conformación de importantes Reservas Internaciones. ¿Es que acaso nuestras reservas probadas de petróleo (las mayores del planeta), de gas, de minerales estratégicos, etc., no son más que suficientes para respaldar tanto o más que el oro a nuestro signo monetario?

7.            Cuando la intensidad de la transferencia de recursos se ha traducido en fugas masivas de divisas capaces de impactar de formas presuntamente no tolerables el nivel de las Reservas Internacionales se han establecido regímenes de control de cambio, tales como: el que se instauró en febrero de 1.983, a una semana del muy famoso “Viernes Negro” manejado por medio de aquel organismo llamado RECADI, tristemente célebre por haber generado y gestionado “la madre de todas las corrupciones” en este país de gracia, que mantuvo su vigencia hasta febrero de 1.994 cuando C. A. Pérez lo desmontó por exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), no sin antes convertir en dólares preferenciales una partida de Bs. 250 millones que al ser malversada desde su Ministerio de Secretaría causó su destitución por parte del Senado y su posterior enjuiciamiento; y el instaurado por Rafael Caldera en el mes de Julio de 1.995, vigente hasta diciembre de 1.996, manejado por la Oficina Técnica Cambiaria (OTAC), que mantuvo el tipo de cambio anclado en Bs. 170 por dólar, tratando de neutralizar los efectos perversos de la pavorosa crisis bancaria ocasionada por la intervención motivada por simple venganza política del mayor instituto bancario de la época y por la masiva fuga de divisas encabezada por los accionistas y autoridades de la totalidad de los bancos intervenidos que estafaron al país escapándose con los fondos con los que fueron auxiliados por el Estado (5).

8.            A lo largo de los últimos 15 años se han instaurado dos sistemas de control de cambio: el instaurado en febrero de 2.003, cuando a consecuencia del derrotado paro-sabotaje petrolero la producción quedó reducida a 25.000 barriles diarios de los 3,5 millones que se venían produciendo, vigente hasta abril del presente año 2.014 y manejado a través de la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) y el actual sistema administrado por el CENCOEX (Centro de Comercio Exterior). Como es sabido, al amparo de CADIVI se produjo durante el año 2.012 una colosal estafa a la nación evaluada en unos Bs. 20.000 millones, oportunamente denunciada por funcionarios de tan alto nivel como J. Giordani, a la sazón Vicepresidente de Planificación y Finanzas y E. Betancourt, siendo ésta Presidenta del BCV, encontrándose actualmente en avanzado proceso de investigación por parte del Ministerio Público, que adicionalmente deberá investigar otra presunta estafa por el mismo monto, perpetrada durante el año 2.013.

9.            A partir de todo lo escrito en relación a la transferencia de los ingentes recursos hacia el sector privado de la economía que han implicado todas las devaluaciones del tipo de cambio que en este país se han instaurado se explica plenamente que la burguesía nacional no descanse solicitando el desmontaje del sistema de control cambiario actualmente vigente y la unificación del tipo de cambio, que obviamente llevaría aparejada una devaluación significativa, por lo que considero que lo procedente y lo revolucionario es mantenerlo, desde luego que tomando todas las previsiones requeridas para evitar estafas como las anteriormente señaladas.

10.          Con base en las mismas consideraciones me atrevo a proponer una inmediata estatización plena de la banca, corrigiendo desde luego aquellos vicios de nuestra banca pública que le hacen comportarse de manera muy parecida a la banca privada, fundamentalmente en materia de manejo de la cuestión cambiaria.

11.          Basado en los muy modestos conocimientos sobre las ciencias económicas que he declarado poseer y en respuesta a algunos compañeros escribidores que preguntan y se preguntan, no sin cierto escepticismo ¿qué es profundizar la revolución en materia económica? y en medio de esta discusión no declarada en la que nos ha metido la célebre carta de Giordani, me voy a permitir formular las siguientes recomendaciones que juzgo totalmente factibles de comenzar a implantar con el concurso de todas las fuerzas de la revolución:

•             Promover una corrección significativa de nuestro patrón de consumo, no sólo por razones de moral y de ética revolucionaria sino porque con el nivel de consumo actual no hay medidas económicas que puedan ser implantadas y desarrolladas de manera exitosa.
•             Promover el control obrero de todas aquellas fábricas de alimentos y demás bienes de consumo esencial donde se disponga de la base obrera requerida.
•             Impulsar decididamente la organización productiva comunal.

¡Revolución que no se profundiza se marchita y tiende a involucionar y a fenecer!

¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

(1)          htttp://www.bcv.org.ve

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