Attilio Folliero,
Caracas 03/10/2014
Robert
Serra ha sido vilmente asesinato, junto a su joven esposa en su misma casa. Un
asesinato político en plena regla con mandantes y ejecutores todavía anónimos,
pero que todos saben de dónde vienen: de la derecha fascista venezolana. No
cabe duda la matriz paramilitar y fascista de este asesinato político.
Su
asesinato recuerda muy de cerca otro asesinato político ocurrido por mano
fascista exactamente hace 90 años, en 1914, en Italia. Se trata del asesinato
de otro diputado socialista, Giacomo Matteotti reelegido al Parlamento italiano
el 6 de abril de 1924. Como Serra, era licenciado en Derecho, militaba en las
filas del Partido Socialista Unitario y era aún joven, con 39 años de edad.
Matteotti
fue un extremo opositor del partido fascista de Mussolini que por entonces se
estaba apoderando del poder. En su último discurso pronunciado en el Parlamento
italiano, el 30 de mayo de 1924, Matteotti denunció el fraude electoral, las violencias
e las intimidaciones que se habían cometido en las últimas elecciones, gracias
a las cuales el fascismo había obtenido la mayoría absoluta. Matteotti fue uno
de los pocos opositores que lograron ser elegido y era el portavoz de esta reducida
oposición parlamentaria al Partido Nacional Fascista.
Después
de aquel discurso, Matteotti desaparece. El 10 de junio de 1924 fue secuestrado
por miembro de la policía política, mientras desde su casa iba al parlamento.
Su cuerpo fue encontrado dos meses después, el 16 de agosto en un campo de la
provincia romana. Un juez Mauro Del Giudice, convencido de la independencia del
poder judicial frente al poder ejecutivo, investigo el asunto y
los responsables material del delito fueron detenidos. Nunca se llegó a
descubrir los mandantes del secuestro y del homicidio. Se sabe, pero que el 30
de mayo, después de haber escuchado el discurso de Matteotti en Parlamento, Mussolini
comentó en público ante el jefe de la policía secreta
fascista que el diputado Matteotti
no debería «seguir en circulación».
Además
en un discurso pronunciado ante el Parlamento, el 3 de enero de 1925, Mussolini
asumió la responsabilidad política, moral e histórica, por ser el jefe del
fascismo, del delito Matteotti y del clima de violencia en el cual se cumplieron
todos los demás delitos políticos.
Por
la historia, el juez que había investigado el caso, Mauro Del Giudice, fue removido y luego obligado a jubilarse; de
los responsables material del delito, que como abogado defensor tenían el mismo
secretario del partido fascista, algunos fueron absueltos y tres fueron condenados
a 5 años de cárcel. En 1947, después de la caída del fascismo, las condenas
fueron anuladas y se procedió a un nuevo proceso, en el cual esta vez los
culpables materiales fueron condenados a cadena perpetua, pena conmutada en 30
años de cárcel.
Los
delitos de hoy en Venezuela por supuesto tienen unos responsables materiales y
unos intelectuales; los responsables intelectuales provienen seguramente de las
filas de la oposición más fascista. Hay que recordar que el delito de Robert
Serra y de su esposa no es el primero, es solamente el último de una larga lista;
hace poco meses, en abril de 2014, fue desaparecido, torturado y matado el presidente
del Consejo Municipal de Caracas, Eliézer Otaiza, quien había participado a la
rebelión militar del 27 de noviembre de 1992 y que en pasado se había
desempeñado, entre otros cargos, como diputado de la Asamblea Constituyente y
como presidente del Instituto Nacional de Tierras (Inti), el ente que procedió
a la distribución de tierra después de la reforma agraria y la expropiación de los
grandes terratenientes de este país; y son cientos también los campesinos
beneficiados por la reforma agraria victimas del sicariato, enviado a matar por
manos de los patrones, de los antiguos latifundistas; números son los
sindicales que han sido matado por defender los derechos de los trabajadores en
las empresas; así muchos funcionarios públicos han sido matado por desarrollar
sus funciones; recordamos el juez Danilo Anderson, vilmente asesinado poniendo
una bomba en su coche; podemos recordar el director de una sede del SAIME de
Valencia, Luis Ramos asesinato presumiblemente por mano del sicariato.
No
podemos olvidar las víctimas de las violencia fascista desencadenadas a partir
del 12 de febrero de este año; no podemos olvidar las víctimas de la violencia
seguida a la elección presidencial del 2013, las victimas del golpe de abril
2002, que no fueron solo los muertos de Puente Llaguno y alrededores, sino
cientos de personas matada durante la represión del breve gobierno dictatorial
de Carmona; las victimas del paro petrolero; las víctimas de las guarimba del 2004;
las cientos de otras víctimas, en algunos caso solo por ser chavista, o por
poner a la pared una cartela electoral.
Muchas
han sido las víctimas de la derecha fascista en estos 15 años de revolución. Por
supuesto no podemos olvidar los miles de asesinatos y desparecidos de la IV República;
no podemos olvidar los jóvenes deportivos muertos en la voladura del avión que
de Caracas volaba a La Habana, por mano del entonces jefe de la DISIP, Posada
Carriles, el terrorista prófugo de la justicia venezolana y protegido por el
gobierno de Estados Unidos. Miles fueron los muertos de la brutal represión
policial y militar del Caracazo. Todos son víctimas de la misma violencia
fascista que acabó con la vida de Robert Sera y de Giacomo Matteotti.
Cuando
un pueblo se rebela a la opresión y reclama justicia, la oligarquía nunca
acepta de ceder ni un poco de su enorme poder y riqueza; quiere siempre todo
para sí y cuando se logra quitarle aun sea solamente una pequeña parte su reacción
es siempre la misma: la violencia fascista.
Matteotti,
ayer en Italia, Robert Serra hoy en Venezuela, dos jóvenes diputados
socialistas víctimas de la misma raíz fascista.
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