Carlos E. Lippo, Ensartaos, 28/01/2016
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Hace un par de días la fracción parlamentaria de la contrarrevolución aprobó decretar una crisis humanitaria en el sector salud del país porque según señala de forma taxativa el texto de la proposición aprobada: “hoy mueren venezolanos por falta de medicinas” (1).
El proponente de este adefesio legislativo, médico de profesión y formado (¿!) en la UCV en el transcurso de esta revolución, sin costo alguno para él o sus representantes, no consideró necesario aportar cifras estadísticas que demostrasen la terrorífica afirmación en la que basó su propuesta y ello no debe causarnos mayor extrañeza, si tomamos en consideración que se trata de un connotado dirigente de “Voluntad Popular”, organización fundada y dirigida desde la comodidad de su cárcel por ese terrorista convicto llamado Leopoldo López quien propuso e impulsó de manera importante la estrategia terrorista que llamaron “La Salida”, que ocasionó 43 víctimas fatales, entre ellas dos personas a las cuales se les impidió llegar a tiempo a los servicios de emergencia y que al mismo tiempo atentó y logró destruir totalmente o al menos producir severos destrozos en una importante cantidad de instalaciones de salud a nivel nacional. El mismo partido que después del fracaso de dicha estrategia, se dedicó entonces a afianzar su acción política en atentados terroristas aislados y en la promoción del desabastecimiento inducido de bienes esenciales, alimentos y medicinas entre ellos.
Resulta oportuno y necesario recordar que esta fracción parlamentaria es la misma que la semana pasada, sin argumentaciones de fondo, se negase a aprobar el decreto de emergencia económica sometido a su consideración por el Presidente Maduro, en cumplimiento del precepto constitucional que así lo exige, a pesar de que al menos cuatro de las principales medidas contempladas en él estaban destinadas a producir un importante impacto positivo precisamente en el sector salud, como serían: la autorización para disponer de los recursos provenientes de la economía presupuestaria del ejercicio económico financiero 2.015 con la finalidad de garantizar la inversión que asegurase la continuidad de las misiones sociales y el abastecimiento oportuno de alimentos y productos esenciales para la vida; la asignación de recursos extraordinarios a proyectos destinados a optimizar la atención de los venezolanos en los sectores de salud, educación, alimento y vivienda; la exigencia a empresas del sector público y privado de incrementar sus niveles de producción en el caso de bienes e insumos destinados a garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de los venezolanos y la adopción de todas las medidas necesarias para garantizar el acceso oportuno de la población a alimentos, medicinas y demás bienes de primera necesidad.
Por ello no es aventurado presumir entonces que la fracción parlamentaria de la contra lo menos que ha tenido en mente al aprobar este decreto es contribuir a buscar soluciones a la innegable problemática actual de salud en materia de distribución oportuna de medicamentos.
La verdadera intención de la fracción parlamentaria de la contra comienza a hacerse evidente con sólo detenerse a analizar el alcance del concepto “crisis humanitaria”, tal como está asentado y es manejado en los organismos internacionales, que no es otro que una situación de emergencia en la que se prevén necesidades masivas de ayuda humanitaria en un grado muy superior a lo que podría ser habitual, y que si no se suministran con suficiencia, eficacia y diligencia, desemboca en una catástrofe humanitaria (2).
Tratándose de una declaratoria que presupone que la situación sólo podría resolverse con la aplicación masiva de ayuda humanitaria externa, la fracción parlamentaria de la contra no sólo estaría admitiendo la absoluta falta de disposición del sector de país que presuntamente representa para al menos intentar colaborar en su resolución, lo cual contradice de manera flagrante su oferta electoral reciente, sino que estaría intentando hacer otra entrega parcial de nuestra soberanía, de la misma forma que hace un par de semanas intentó entregar nuestra soberanía en materia de administración de justicia con la aprobación del infausto acuerdo que pretende imponer las decisiones de los organismos internaciones de derechos humanos, en especial de la CIDH dependiente de la OEA, por sobre las de los tribunales de la república (3).
La profecía autocumplida (predicción que una vez hecha es en sí misma la causa de que se haga realidad), proferida por el ex jefe del Comando Sur en octubre pasado, que preanunciaba una crisis humanitaria en Venezuela, ha alcanzado su total realización a través de este ominoso decreto aprobado por la fracción de la contra en la Asamblea Nacional, hecho que no debe causar mayor sorpresa si se toma en consideración que dicho funcionario imperial, tal como lo he venido sosteniendo en artículos anteriores, ha venido siendo el verdadero jefe de la oposición venezolana al menos desde la promulgación de la orden ejecutiva de Obama que nos catalogase como una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de su país.
Lo grave es que en la misma oportunidad en la que John Kelly profiriese la profecía de marras, amenazó de manera explícita con intervenir en Venezuela, a través de la ONU, la OEA o la FAO, en el caso de que se les pidiese, que es precisamente lo que se estaría haciendo de manera impúdica y vergonzante con el decreto aprobado el pasado martes.
A la luz de todas sus ejecutorias, incluida la más reciente consistente en el intento de privatizar la Gran Misión Vivienda Venezuela, considero que en esta Asamblea, tal como está constituida y con la agenda que le ha establecido el amo imperial, no hay posibilidad alguna de trabajar en favor del pueblo sin arriar las banderas de nuestra revolución, lo cual encierra una contradicción absolutamente insalvable.
Me transmite una terrible sensación de frustración el ver a nuestros mejores cuadros (Diosdado, Cilia, Pedro, Elías, Héctor, Earle, Darío, Ricardo, Tareck, etc., etc., etc.), perdiendo el tiempo en esa asamblea, tratando de enseñarles a manejar correctamente el reglamento interior y de debates y tratando de argumentar en el seno de esa auténtica discusión de sordos, apelando a una inexistente sensatez y honestidad de los opositores. Por ello recomendaría que fuesen sustituidos por sus respectivos suplentes para ser incorporados todos ellos a tareas de mayor trascendencia a ser ejecutadas en el seno de las principales instancias de organización popular: comunas, consejos comunales, sindicatos y partidos del GPP. De más está decir que tengo absoluta confianza en que nuestros diputados suplentes, bajo la coordinación de un nuevo jefe de fracción y con la asesoría de algunos diputados veteranos, serán más que capaces de representar los intereses del pueblo en esa instancia.
Partiendo de que la confrontación de calle con las fuerzas de la contrarrevolución, en primera instancia, y con las del imperio representadas presumiblemente por una fuerza expedicionaria integrada por países cipayos de la OEA, en segunda instancia, es inevitable e inminente, se hace inaplazable el comenzar a movilizar todos los recursos que la unión cívico-militar pone al alcance de esta revolución, cuyo líder máximo solía decir que era pacífica más no desarmada.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
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