jueves, 6 de octubre de 2016

Una lectura diferente de los resultados del plebiscito del 02 de octubre en Colombia (Articulo de Carlos E. Lippo)

Carlos E. Lippo, Ensartaos, Caracas, 05/10/2016

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Son varios los artículos publicados en este mismo portal en los cuales habíamos exteriorizado nuestra consideración, fundada en hechos históricos y políticos, en relación a que los acuerdos firmados entre las FARC y el gobierno colombiano presidido por Juan Manuel Santos, sometidos a consideración del electorado el pasado 02 de octubre, eran totalmente ineficaces para conducir ni una “terminación del conflicto”, que era el objetivo declarado del gobierno, ni mucho menos a una “paz con justicia social”, que era el propósito de la insurgencia armada.

El último de esos artículos titulado “Acuerdo FARC-Santos: un supremo acto de desidia política y de alta traición a la patria latinoamericana” (1), ha tenido el curioso efecto de haberme granjeado no pocas jocosas felicitaciones de algunos amigos por el triunfo del “No”, así como el irónico comentario de una atenta lectora que me ha hecho llegar un mensaje de correo señalándome: “Ganó el NO, ¡me imagino que ahora usted está muy feliz!”. Si esta es la situación entre nosotros, imagino cuan duro debió ser defender su posición para quienes desde la trinchera de la izquierda revolucionaria colombiana se negaban a engolosinarse con un anticipado triunfo del "Sí".

Pareciera entonces que no es ocioso reiterar que no soy un guerrerista insensible al tema de la paz. Soy amante de la paz, como cualquier humano decente, sólo que me niego a hablar de la paz en abstracto y a militar al lado de quienes por las razones que sea defiendan a ultranza esa abstracción. Paz era la “Pax Romana”, impuesta por Augusto a sangre y fuego tanto a sus propios conciudadanos como a los de los pueblos conquistados, sólo para garantizar la estabilidad del Imperio Romano. Paz es también la que a diario impone el estado sionista de Israel en los asentamientos ilegales de la Palestina irredenta, después de haber aniquilado a sus legítimos habitantes originarios y haber demolido sus hogares, sólo para satisfacer sus terroristas e ilegales proyectos de expansión.

Tengo la convicción de que los firmantes de los acuerdos sometieron a la consideración del electorado colombiano una propuesta de paz engañosa puesto que el gobierno Santos tenía que saber que no contaba con las fuerzas necesarias para garantizar la terminación del conflicto aun en el hipotético caso de que las FARC en pleno dejasen las armas y por otra parte el secretariado de las FARC tenía que tener plena conciencia de que el texto acordado está muy lejos de garantizar la pretendida justicia social.

Eso sí, ambos actores lograron convencer de que lo firmado representaba al menos una sólida base para la construcción de la paz a una inmensa mayoría de la comunidad internacional, una parte de ella animada de las más genuinas intenciones y la otra sólo motivada por la inmensa oportunidad que se abriría para ponerle la mano a los ingentes recursos naturales de Colombia y los demás países vecinos, Venezuela entre ellos. Este hecho, aunado a la creencia de que una inmensa mayoría del pueblo colombiano aun teniendo conciencia de lo engañoso de la propuesta no tendría más opción que emular a quien estando en trance de caer al fondo de un precipicio se aferra a un clavo caliente para no caer, les hizo confiar de manera infundada en un avasallante triunfo en el plebiscito. Es por ello que el acto de firma del pasado día 26 de septiembre fue un acto de celebración adelantada, sólo ensombrecido por el vuelo rasante de las aeronaves de guerra ordenado, quien podría dudarlo, por quienes realmente detentan el poder en el vecino país; acción de la que pudo haber estado enterado el presidente Santos pero que en todo caso fue una desagradable sorpresa para el comandante Timochenko.

Un breve análisis de los resultados me conduce a hacer la siguiente lectura de los mismos:
  • El pueblo colombiano, infinitamente más sabio que sus políticos, tanto de la derecha como de la izquierda, y con mucho más conocimiento real de la situación que la comunidad internacional bien intencionada, no se tragó la oferta engañosa de paz de los firmantes de los acuerdos; considero que ello explica en buena medida el incremento de la abstención en el plebiscito, en relación a las últimas elecciones presidenciales.
  • La cantidad de votos obtenida por cada una de las opciones en juego demuestra que estamos en presencia de un verdadero empate, no sólo técnico sino también político, porque ¿en qué hubiera cambiado el escenario político del país si los valores se hubiesen invertido? Ello no impedirá sin embargo que un psicópata como Alvaro Uribe, después de reponerse de la agradable sorpresa que le produjo este empate y como el cachorro privilegiado del imperio sionista-norteamericano que él es, pueda empeñarse en proponer una campaña de exterminio de las FARC.
  • Queda absolutamente demostrada, sin atenuantes de ninguna especie, la quiebra total de la “democracia intervenida” colombiana a la cual pretendía integrarse impúdicamente la alta dirección de la insurgencia armada, así como la de su extremadamente corrupto sistema de validación electoral, plagado de sobornos y de las más variadas formas de coacción sobre los votantes.
  • Al desprestigio de la izquierda domesticada que hace vida en el congreso y al de la izquierda activa marginada (PCC, Piedad Córdoba, etc.), se une ahora el de la alta dirigencia de la insurgencia armada, todas ellas entusiastas promotoras del “Sí”, no sólo por su prepotencia al desechar la posibilidad de un resultado adverso, sino por no haber previsto tampoco el qué hacer en el caso de que este resultado eventualmente se diese.

Algunas reacciones iniciales de los principales actores del plebiscito me merecen los siguientes comentarios:
  • Santos y Uribe una vez repuestos de su sorpresa inicial siguen en lo suyo, que no es otra cosa que seguir buscando la mejor manera de complacer a sus amos imperiales. Más temprano que tarde terminarán acordándose en la forma más expedita para erradicar la insurgencia armada porque en el exterminio de ella está la raíz de su concepción de paz; una “Pax Romana”, o mejor dicho, una “Pax Gringa”.
  • Las izquierda domesticada y la marginada, siguen sin dar pie con bola, porque ¿qué sentido podría tener la convocatoria de una Asamblea Constituyente, que ellos están recomendando, si en las actuales condiciones ésta tendría una evidentísima mayoría Santos-Uribista?
  • El actual equipo negociador de las FARC apenas ayer, una vez que Santos anunciase la expiración del cese al fuego para el 31 de octubre, ha dado muestras de responsabilidad para con sus dirigidos que se encuentran dispersos por los campos y las selvas de la Colombia profunda, a través de un mensaje Twitter del número tres en la jerarquía Fariana, Félix Antonio Muñoz (a) Pastor Alape, que señala textualmente: "Todas nuestras unidades deben empezar a moverse a posiciones seguras para evitar provocaciones". Y añadiría yo, no sólo para evitar provocaciones, sino el más que seguro ataque de las fuerzas militares, policiales y paramilitares del narcoparamilitar estado colombiano, siendo que estas dos últimas jamás respetaron cabalmente el cese al fuego bilateral.
En la misma línea de esta directriz del tercero al mando, considero que el secretariado de las FARC en lugar de sentarse a negociar en lo inmediato con la dupla Santos-Uribe, debe avocarse de manera perentoria a la preservación de los recursos humanos, materiales y financieros de la organización, sin necesidad de romper unilateralmente el cese al fuego acordado. ¡La Historia No se ha acabado!


Con la directiva que sea capaz de concitar los mayores apoyos y teniendo como principio la no dejación de las armas hasta tanto no se experimente un cambio sustancial en la política criminalmente represiva del estado colombiano que otorgue alguna credibilidad a las eventuales garantías ofrecidas, las FARC deben intentar retomar sus posiciones iniciales sobre los cambios estructurales necesarios para alcanzar la pretendida paz con justicia social.

Considero que las FARC deben también intentar una actualización de sus tesis doctrinarias con la intención de ponerlas a tono con las de las demás fuerzas progresistas de la región, haciendo suyo el ideal bolivariano en especial a lo atinente a latinoamericanismo, antimperialismo e integración regional.

¡La paz verdadera sólo será posible tras la derrota militar del imperio y sus aliados de la OTAN!

¡De pie o muertos, nunca de rodillas!

¡Hasta la Victoria Siempre!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!


Caracas, octubre 05 de 2.016
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